La refrigeración industrial supone un importante ahorro para el sector hortofrutícola

La instalación de sistemas de refrigeración industrial en el sector hortofrutícola ha supuesto una transformación clave tanto en los procesos logísticos como en la rentabilidad de las explotaciones y empresas dedicadas al cultivo, almacenamiento y distribución de frutas y hortalizas. En un sector tan sensible a las variaciones de temperatura y a los tiempos de conservación como este, contar con tecnologías adecuadas para mantener la cadena de frío no solo garantiza la calidad del producto final, sino que se traduce en un importante ahorro económico a corto y largo plazo.

Uno de los factores determinantes en la rentabilidad de la industria hortofrutícola es la reducción de las pérdidas por deterioro de producto. La fruta y la verdura, por su naturaleza, son altamente perecederas, y cualquier fallo en la conservación puede provocar un deterioro acelerado que derive en mermas significativas de la producción. La refrigeración industrial actúa como una barrera eficaz frente a este tipo de problemas, alargando la vida útil de los productos y permitiendo que lleguen a su destino en condiciones óptimas. Esta conservación prolongada, además, abre la puerta a ampliar los tiempos de comercialización, lo que permite planificar mejor la venta y adaptarse a las fluctuaciones del mercado.

El ahorro también se materializa en la reducción del desperdicio, puesto que, sin una buena refrigeración, muchas toneladas de frutas y hortalizas se descartan antes incluso de salir al mercado por haber perdido sus propiedades organolépticas o por no cumplir con los estándares estéticos que demanda el consumidor. Con instalaciones industriales adecuadas, este tipo de pérdida se reduce considerablemente, lo que incrementa el volumen efectivo de producto que se puede vender y rentabiliza aún más cada campaña.

Otro aspecto en el que se refleja el ahorro es la mejora en la eficiencia energética de las instalaciones modernas. Aunque la inversión inicial en un sistema de refrigeración industrial puede parecer elevada, los equipos actuales están diseñados para optimizar el consumo eléctrico, reducir el impacto medioambiental y adaptarse a diferentes condiciones de carga. El resultado es una disminución progresiva de los costes operativos, que se percibe de manera constante en la factura energética. Además, muchas de estas tecnologías permiten controlar y monitorizar el rendimiento en tiempo real, lo que facilita una gestión más precisa y evita sobrecargas o averías inesperadas que puedan interrumpir la producción o el almacenamiento.

Este tipo de refrigeración también facilita una logística más flexible y rentable, ya que, al contar con cámaras de frío adecuadas, las empresas pueden centralizar el almacenamiento, planificar rutas de distribución más eficientes y adaptar los tiempos de entrega según la demanda, sin comprometer la calidad del producto. Esta capacidad para responder con agilidad al mercado sin necesidad de recurrir a transportes urgentes o a decisiones precipitadas implica un ahorro sustancial en costes logísticos.

Además, el uso de refrigeración industrial bien dimensionada permite a muchas empresas hortofrutícolas acceder a mercados internacionales, ya que garantiza que el producto cumpla con los requisitos de conservación exigidos por la exportación. Esto, tal y como nos detallan desde Frimavi, expertos en este sector, no solo diversifica las fuentes de ingresos, sino que mejora la competitividad del sector y permite una mayor estabilidad financiera. En ese contexto, el ahorro ya no se mide solo en términos de costes evitados, sino también en oportunidades ganadas.

¿Qué volumen de negocio trabaja el sector hortofrutícola en España?

El sector hortofrutícola en España representa uno de los motores clave de la economía agroalimentaria, no solo por su volumen de producción, sino también por su fuerte capacidad exportadora. Aunque las cifras pueden variar ligeramente cada año según factores como la climatología, la demanda internacional o la situación logística global, se estima que el volumen de negocio que mueve este sector se sitúa entre los 15.000 y los 18.000 millones de euros anuales. Esta cifra lo posiciona como uno de los más relevantes dentro del sector primario español y también como un actor destacado a nivel europeo.

España es el principal exportador de frutas y hortalizas frescas de la Unión Europea, y uno de los principales del mundo. Cada año se exportan más de 12 millones de toneladas, lo que supone un volumen económico de alrededor de 12.000 millones de euros, solo en comercio exterior. Esto refleja una gran eficiencia en la producción, conservación y distribución, además de una fuerte especialización por parte de los productores nacionales, que han sabido adaptarse a las exigencias de los mercados internacionales.

La distribución geográfica de la producción está muy concentrada en algunas comunidades autónomas, siendo Andalucía, la Región de Murcia, la Comunidad Valenciana y Cataluña las más destacadas. Estas regiones cuentan con climas privilegiados y una larga tradición agrícola, además de infraestructuras logísticas y tecnológicas que permiten mantener una alta competitividad. En muchas zonas del sureste español, como Almería, el desarrollo de la agricultura bajo plástico ha permitido cultivar durante todo el año, asegurando una oferta constante.

El crecimiento del volumen de negocio también ha estado impulsado por la modernización del sector. Las inversiones en innovación agrícola, en sistemas de riego eficientes, automatización, selección genética y tecnología postcosecha, han permitido aumentar la productividad y la calidad del producto. A ello se suma la creciente implementación de sistemas de refrigeración industrial, que ha facilitado la conservación de los productos y el acceso a mercados más lejanos, donde antes era difícil competir por cuestiones logísticas.

En cuanto a los destinos, los países europeos siguen siendo los principales receptores de frutas y hortalizas españolas, con Alemania, Francia, Países Bajos y Reino Unido a la cabeza. Sin embargo, en los últimos años se ha intensificado la exportación a países no pertenecientes a la UE, como Canadá, Suiza, Emiratos Árabes Unidos o China, lo que demuestra la capacidad del sector para adaptarse a nuevas oportunidades.

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